Relatos y Poemas de Soto de Sajambre

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EL LOBO

Cuento del abuelo Severo Martino de Soto de Sajambre. Año de 1940.
Recogido por Benito Martino Díaz-Caneja.

Andaba un viejo lobo por El Jorrebollo muerto de fame y dijo:
- Voy a dar una vuelta por los alrededores de Soto que siempre habrá algo que comer.

Y dicho y hecho, bajando por La Pandiella en la roza del tío Clemente, se encontró con dos hermosos carneros del tío Severo paciendo tranquilamente, entonces dijo el lobo:

- ¡Carneros, ¡os voy a comer!.

Miró un carnero hacia el otro y enseguida se pusieron de acuerdo. Entonces uno le dijo al lobo:

- Mira, si nos quieres comer, antes tienes que ayudarnos a poner un mojón en el prao.

- y ¿que tengo que hacer yo?, exclamó el lobo.

- Mira, tu te pones aquí, en el centro más o menos, el otro carnero va para allí enfrente y yo para el otro lado y donde nos juntemos, ese es el centro del prao.

Así lo hicieron, pero los carneros que tenían unos cuernos viejos y retorcidos, salieron corriendo uno frente al otro hacia donde estaba el lobo. Tal golpe le dieron en las costillas que más de dos se le rompieron. Los carneros se fueron dejando al lobo dando voces diciendo:
- ¡ay, mis costielles!... ¡ay, mis costielles!, entre lamentos y perjurando que algún día volvería para comerlos a los dos por el engaño recibido.

Vió el lobo que junto al molino de marquinos estaba una gocha de Felipa con cuinos, fue hacia allá y sin más le dijo a la gocha:

- ¡Gocha, voy comete los cuinos!.

- ¡Bueno!, ¡bueno!, no corras tanto que tengo que moler el maíz y no puedo poner a andar el molín, respondió la gocha.

- ¡ Y yo, que tengo que ver con el molín!, dijo el lobo.

- Ya pero si quieres comer algún cuin tienes que ayudarme a ponerlo a andar.

- Bueno, pues entonces, ¿que tengo que hacer?.

- Mira, ponte aquí y cuando de vueltas esta rueda de aquí abajo que se llama el rodezno, me lo dices. Le indicó la gocha.

La gocha puso a andar el molino y antes de que el lobo dijera nada, le dió una jocicada que fue a parar encima de la rueda dando vueltas sin parar. Y entre el chaparrón de agua que le caía encima y el mareo de tantas vueltas exclamaba:

- ¡Para!, ¡bailón!, ¡que no tengo ganas de bailar!.

Después de estar un buen rato en el molino, marchó por el camino de La Guaricia. Aún con síntomas de mareo y haciendo eses llegó a La Cubiella. Se quedó con los ojos abiertos y vió la yegua del tío Marcos el cartero con un potrín, que sólo en pensar lo tierno que tenía que estar se le hacía la boca agua. Sin pensárselo más le dijo a la yegua:

- ¡oye yegua, voy comete el potrín!, que llevo mucho tiempo dando vueltas y tengo fame.

- ¡Bueno!, ¡bueno! ... espera que lo piense. ¡Favor por favor!. Tu me ayudas a sacar un clavo que tengo en una pata, que cojeo del dolor que tengo, y entonces tu podrás jartarte de comer.

- Bueno, me parece bien. Pero, ¿que he de hacer yo?, dijo el lobo.

- ¡Mira, el clavo está en esta pata!. Y le enseñó una pata con herradura. Vosotros los lobos que tenéis fama de buenos dientes, enganchas la herradura con los dientes y tiras hasta que salga la herradura con todos los clavos.

- Ya, ya lo entiendo. ¡Levanta la pata!, dijo el lobo.

Pero lo que no se esperaba el lobo es que la yegua levantó la pata y la descargó con tal fuerza contra los dientes del lobo que estos y los colmillos desaparecieron. Que por más que los buscó por el suelo por si teníanalgún arreglo, no encontró ninguno. Llegó a pensar que se los había tragado. Se vió engañado otra vez y entre lamentos exclamaba:

- ¡Ay, mis quisiales!, ¡ay, mi dentadumbre!. ¿que puede hacer un fiero lobo como yo sin dientes?, ¿qué voy a a comer?.

Y mira por donde, va a La Posa y ve al tío Máximo engolao en una cerezal jartándose de cerezas. Va para allá y saluda muy cordial y educadamente:

- ¡Hola viejo amigo!, ¿cómo te va?.

El tío Máximo no se podía creer lo que estaba viendo. Un lobo saludando al mayor enemigo que tenía en el pueblo, el que ponía trampas y cepos, además de tirotearlos con la escopeta. El lobo le contó todas sus peripecias y de cómo no podía comer carne y sí cerezas maduras. Pero como no podía subir al árbol, se las tenía que tirar él. Así que, compadeciéndose el hombre del pobre lobo le dijo:

- ¡Voy a jartate de cerezas!, pero después sal corriendo y no te quiero ver por aquí. Que no se puede andar por ahí queriendo comer a todo el mundo. ¡Todo lo que te pasó lo ties bien merecido!. Y se lo cuentas a los tuyos para que no vengan por aquí, que no seréis bien recibidos.

Jartóse el lobo de cerezas. Después por el camino de Valdelosciegos, camino de Carombo, iba diciendo:

- Ahora entiendo porqué muchos lobos que fueron a Soto no volvieron . Se jugaron la piel. ¡Yo si que he tenido suerte!.


EL GALLO Y LA RAPOSA

Cuento del abuelo Severo Martino de Soto de Sajambre. Año de 1940.
Recogido por Benito Martino Díaz-Caneja.

Había una vez en Soto en el Barrio del Valleval un gallo que era la envidia de todo el mundo. Tieso y sacando pecho, tenía un plumaje colorido y brillante. Cuando cantaba todo el mundo se paraba a escucharle y decían:

- ¡cómo canta el gallo Juana!.

Pero lo mismo que Juana lo vigilaba, lo encerraba por las noches y no le quitaba ojo.

Había un personaje que llevaba tiempo vigilando al gallo para hincarle el diente y este no podía ser otro que la raposa. Lo había intentado muchas veces pero el gallo por costumbre se subía a un tizón un poco alto para cantar y allí no llegaba la raposa.

Pero llegó un domingo por la tarde con la raposa sentada en una carcosia junto a La Mata el Jorquín, la cual miraba a los hombres que estaban jugando a los bolos en la bolera. Mientras tanto Juana echó un puñado de maíz a las gallinas. Después se fue a pedir un carbonizo a María la del tío Marcos, porque mientras que fue al Rosario se le había apagado el fuego. Entró en casa a encender el fuego para poner unas patatas para cenar, un pote a calentar y un café a Samuel. Mientras tanto, Segundo preparó la zurra y fue camino de Vegabaño a las vacas. Todas las mujeres del barrio también se metieron en las casas para hacer sus cosas.

Así pues, quedó el barrio tranquilo, solamente se escuchaba el ruido que venía de la bolera, unas veces era de pegar bolas a los bolos, otras veces de algunas voces sueltas y otras de Ramonín que estaba de contador de bolos y de vez en cuando decía:

- ¡Vino!, ¡que me seco!.

- ¡Ahora es la mía!, esta noche me voy a dar un banquetazo de gallo de canella para mi solita, pensó la raposa.

Bajó por la cuesta para abajo, entró por la riega La Llamarguina sin hacer ningún ruido y ... ¡zas!, atrapó al gallo entre los dientes y con él en la boca subió por la cuesta para arriba.

Juana que oyó el alboroto que hacían las gallinas, dijo asustada:
-¡malamán!, ¿que diantre pasará a las pitas?.

Cuando salió a la calle exclamó a grandes voces que hasta los de la bolera la escucharon;
- ¡La raposa me llevó el gallo!, ¡adiós cena de noche buena!.

Alguno de la bolera susurró en voz baja;
-¡adiós al gallo!, no volverá a verlo ni aunque le diga la oración de San Antonio.

El gallo que no lograba convencer a la raposa, ya lo veía todo perdido. Cuando subían por el Arrudo, donde hacían la hoguera de las Nieves, el gallo ya se despedía del pueblo y quiso mirarlo por última vez. Miró hacia la bolera donde había mucha gente y entonces dijo;

- ¡Párate! ¡párate!. .

- ¿Para qué?, respondió la raposa.

- ¡Párate!, ¡que va a birlar El Pinto!

- ¡A mí que más me da que birle El Pinto o que birle Valeriano!, ¡me da igual!, contestó la raposa.

- Pero, ¿no sabes que El Pinto es el que mejor birla de todo el mundo?, exclamo el gallo.

- ¡Está bien!, paramos un poco para ver cuantos bolos tira, pero no te muevas o apretaré los dientes.

En ese momento El Pinto birló y tiró la mayor cantidad de bolos que ningún jugador había tirado nunca. La raposa se quedó tan asombrada que quedó boquiabierta. El gallo al verse suelto de los dientes de la raposa, pegó un salto y volando y volando llegó a posarse en medio de la bolera.

Todos los que allí estaban exclamaron; -¡pero si es el gallo Juana!, ¿cómo escaparía?, ¡mira que es listo este gallo!.

Entre tanto, la raposa que se había quedado con la boca abierta, se dijo:
- ¡Ay bocazuza bocazuza, esta si me la darás pero otra no se qué jarás!. ¡Adiós banquete de gallo de caleya!. Pero, ahora que lo pienso, ese gallo está duro y no me sentaría bien, ¡voy al Loruga a comer grillos!.


OTOÑO MADERERO

Escrito por Joaquín, Jose-Luis y Benito en 1965.

Hombres, niños y mujeres
pongan un poco de atención,
que en la cuadra de Barriada
murió un mulo garañón.

El día 15 de octubre
por la mañana temprano,
fue Ferico a la cuadra
y encontró al mulo malo.

Marchó a dar la noticia
a Pepe, Bautista y Pablo,
que acudieron presurosos
a ver si podían salvarlo.

Lo untan con aguarrás
mientras viene el veterinario,
pero cuando llegó este
la pata ya había estirado.

Ya se murió el mulo
que acarreaba la madera,
ya no sube más
el camín de Barcinera.

A este mulito señores
le picaba mucho la mosca,
se escapó de Miraño un día
y lo tornó Generosa en La Posa.

Bautista le dijo a Pablo
anímate compañero,
mientras no muera el mulo
no vamos al extranjero.

Que buenos eran nuestros jefes
que al terminar la jornada,
nos jartaban de vino
en la casa de Genara.

Jóvenes y trabajadores
aquella cuadrilla de Soto,
empezando por Isaac, Ferico, Elías y Jose-Antonio
sigue Pepín, Benito, Jose-Luis y Joaquín.

Queda para el final, el mejor
el terror de las jayas,
el que cortaba y nunca cansaba
Balbino Granda se llama.

Aquí se acaba la historia
de aquel otoño maderero,
nos dejó buenos recuerdos
pero muy poco dinero.


HISTORIA DE UNA ALEGRE MATANZA
en el Hostal Peñasanta.

Escrito por María-Blanca Vega Piñán en 2007.

Todos juntos en el bar
en el bar de Peña Santa
hacen planes por la noche
para el sábado por la mañana.

Unos dicen que a las nueve
otros que a las diez ya basta
que hay que matar dos gochos
y antes echar la parva.

El sábado por la mañana
Pedro el del hotel le llaman
empieza los preparativos
para calentar el agua.

En la alcantarilla están
Toño, Raúl y Pelayo
ya llega Juan después,
la navaja viene afilando.

Ya bajan junto la escuela
Adolfo, Pepe y Ferico
frotándose las manos
están moradas de frío.

Todos en el puente
esperando por la parva
sale Benito de casa
empieza a tocar la gaita
para alegrarnos a todos
en este rincón de Peña Santa.

Ya vienen con la parva
todos dicen a la vez
!qué fría está la mañana!,
¡Lusi échanos una copa
de ese orujo que calienta el alma!.

Entre música y risas
las once están tocando
y los gochos en la cuadra
esperando por el gancho.

En el puente del molino
está llegando la jarca
y ya llegan las mujeres
con faldas bien abrigadas
que tienen que lavar las tripas
y el agua está congelada.

Ya llega Valentina
como siempre, remangada
María Rosa por el corral
preguntando por la parva
Queti y Blanca con los calderos
para coger las dos tripadas.

Juana sale corriendo
le faltaba la cuchara
tiene que revolver la sangre
si no se queda cuajada.

Laurita esperando para
la desentrellizada
que lo hace en caliente
sino la grasa queda pegada.

Yoyita llega retrasada
tiene frío por las piernas
que ella en falda no anda
y no encontraba las medias
ni la faja para sujetarlas.

Llega Manuel el de Oseja
Manuel el del Busto le llaman
el gocho lo coro yo
que para eso tengo mucha maña.

Adolfo las orejas
sin pelos las está dejando
Raúl y Toño las patas están pelando
los tejones están gastados
y Juan con el soplete rematando.

A lavar las tripas marchamos,
David con nosotras para grabarrnos
al llegar al lavadero
la batería se ha terminado.

Cuando bajan de lavarlas
Pedro el vino ya ha calentado
el gocho ya está colgado
y le sacaron las muestras
para ser examinado.

Los colgaron en la cuadra
ocho hombres y Pelayo
lo pusieron patas arriba
y cabeza para abajo.

El gancho mal soldado
cayeron espatarrados
cuando fue Raquel a verlos
los gatos estaban hartos.

Nos sentamos a comer
empezó Lusi a sacar
sopa de hígado encebollado
lomo muy bien aliñado
callos, patatas y picadillo calentado.

El vino de rioja y la casera poca
Raquel saca el pastel
Carlota el café en pota
y el orujo que no falte.

Elías empieza a cantar
y Marina que sale a bailar
Oscar va detrás
María, ¡yo esto no lo aguanto más!.

Así termina la historia
de una alegre matanza
que comimos los gochos de Pedro
antes de irnos a casa.


Verso de la escuela

Verso que decían los niños de la escuela de Soto en 1929.
Recogido por Leonides Granda.

Acúrriate Xuanín
cruza les pates
no te pongas a yarsol
ponte a un llau
a mira ver si xierven las corbates
o si el pote está sosu o está salau
ximiérgate, ¿nun quieres?
aunque te muerras non pruebas
de boroña ni un bocau
si non fuera por tu güela allí sentada
arrimábate por va una mocada.

Traducción:
Corbates= Castañas
Acúrriate= Acurrúcate
Yarsol= Cerca de la lumbre en el centro de la cocina.
Ximiérgate Muévete
Mocada= Guantazo.